Reverencia al Rey de Plata

Por : Nassim Joaquin

El Megalops Atlanticus, mejor conocido como sábalo, tarpon o Rey de Plata. Es un adversario que gusta de proyectarse por los aires cada vez que siente el frío acero del anzuelo clavado a su boca. Esta capacidad para catapultarse incansablemente, su dura, rijosa y áspera boca complican enormemente la tarea del pescador para clavarle el anzuelo y de mantener este unido a la boca del pez.

El sábalo entra y sale del agua constantemente, se sacude por los aires en un intento desesperado por librase del anzuelo, y generalmente lo logra. Una de las razones por la que usualmente tiene éxito, es cuando revienta una línea o cuando al sacudirse tira el anzuelo. Ambas causas pueden tener remedio -quizás no completamente, pues siempre queda un margen para la mala fortuna. Pero mucho es lo que puede hacerse, especialmente en el primer caso.

El “antídoto” contra las acrobacias del sábalo es: la Reverencia al Rey de Plata. Esto no es otra cosa que apuntar la caña de mosca hacía este cuando sale del agua, a veces basta con dirigir la punta de la caña hacía este o incluso tocar el agua ligeramente con la punta de la misma, siempre apuntando en la dirección en la que el sábalo salto. La razón de esto, es la de reducir momentáneamente la tensión en la línea. Esta técnica de pesca es también aplicable a otras especies como los peces de pico, el dorado y muchas otras más que gustan de saltar, y resulta indispensable cuando utilizamos class tippets ligeros. Reducir la tensión en la línea es cuestión de unos segundos, una vez que el sábalo vuelve al agua podemos volver a aplicar presión sobre este. Pero debemos repetir la Reverencia al Rey de Plata, tantas veces como este salga del agua, especialmente en aquellas ocasiones en que surge desenfrenadamente agitándose salvajemente por los aires.

Para comprender el funcionamiento de esta técnica, hay que entender que cuando el pez esta en el agua es muy difícil que nos corte o reviente la línea, porque la misma densidad del agua le impide moverse rápidamente para hacerlo, pero cuando esté sale del agua, incrementa la velocidad de sus movimientos exponencialmente, lo que hace que pueda reventar la línea en cualquier momento. Si el pez jala o tira para un lado y nosotros lo hacemos para el otro, el resultado inevitable será que la línea cederá y el sábalo vencerá. Es muy sencillo, Uds. pueden realizar un ejercicio para visualizar esta idea. Pueden amarrar ambas manos con un lazo de monofilamento de 12 lbs, en el que exista un pie de separación entre ambas manos. Intenten reventar esa línea con un movimiento constante y difícilmente podrán hacerlo, pero, ¿qué sucede si en un movimiento rápido y de golpe juntamos las palmas de las manos y las despegamos rápidamente?.....¡Bang! la línea se revienta, y no se necesita mucha fuerza para hacerlo, el resultado es la velocidad aplicada a dos fuerzas opuestas.

Cuando hacemos la Reverencia o la inclinación de la caña, liberamos la tensión momentáneamente, es decir renunciamos a responderle al sábalo con la misma fuerza que él esta aplicando, y al ceder una de las fuerzas, la línea no se corta. Podemos volver a aplicar presión una vez que el sábalo vuelve al agua. Recuerden que el sábalo se mueve más velozmente fuera del agua que dentro de esta, de ahí el peligro de reventar una línea.

Otra razón por la cual el sábalo se libera de la mosca al saltar, es que cuando sale del agua y sacude el cuerpo, nosotros usualmente estamos jalando el anzuelo equivocadamente ejerciendo presión. Entonces lo que ocurre es que el sábalo se sacude violentamente y además nosotros estamos jalando el anzuelo fuera de su boca al ejercer presión con la caña, y esto puede ocasionar que el mismo salga disparado fuera de la mandíbula de sábalo. Pero si aflojamos la línea brevemente en una Reverencia al Rey de Plata, entonces desarticulamos el segundo efecto. El sábalo continua en los aires y sacudiéndose violentamente, pero nosotros ya no estamos jalando el anzuelo en dirección opuesta, y si esté se encuentra bien afianzado a la boca del sábalo, seguramente permanecerá ahí hasta el final de la pelea, cuando agraciadamente habremos triunfado.



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